17 de mayo de 2011

...Valiente

Monté la exposición el domingo 7 de mayo. Esta vez no hubo un partido de la selección española que lo impidiera. No pude evitar un suspiro de alivio al bajar al local y encontrarlo tan tranquilo. Sólo había un par de personas además de nosotros (mis padres y mi hermana vinieron a ayudar al montaje).




Los chicos de la exposición anterior desmontaban mientras yo ponía los cuadros sobre las mesas y meditaba sobre la colocación. Ya lo había pensado en casa y había hecho algunos bocetos en libertas, pero aún así dudé con algunas piezas e hice algunas pruebas de colocación antes de fijarlas a la pared. Eran un total de 23 cuadros y llené el espacio sin problemas. De nuevo todo el local para mí en exclusiva.
Finalmente quedó listo. Coloqué las piezas principales en las paredes con más visibilidad y mejor luz y luego fui rellenado. Luego puse el cartel en la puerta. Tras una breve charla con alguno de los habituales del local me fui de allí con las manos vacías y muchas ganas de que llegara el miércoles.




En casa ultimé algunos detalles, como las piezas que hice para decorar las paredes alrededor de las piezas y medité sobre el relato que no lograba sacar adelante.


Pensé en escribir sobre Theo, pero no me salían las palabras. Era algo demasiado privado, demasiado reciente, demasiado real y doloroso. Renuncié enseguida. Tan sólo en este blog y en mi diario personal he podido contar algo de lo que significa su pérdida.
Regresé a la idea inicial, a los conceptos de los que surgió esta exposición en noviembre de 2010 y con ellos probé varias historias distintas sobre el mundo de “Jaque Mate”, pero ninguna me convenció. Había creado personajes más de novela que de relato y eso era un problema. Por otra parte, yo me había prometido leer mi propio relato y eso hacía que el miedo me paralizara. Estaba claro que al final no habría relato.



Llegó la noche del 10 de mayo y me acosté sabiendo que no leería nada. Ya estaba. Me sentía culpable, como si hubiese roto una promesa importante. Me la había hecho a mí misma y a nadie le importaría, pero no estaba bien. Y aún así, no había nada que hacer. No había relato. Cerré los ojos. Con los nervios y la inseguridad sobre la recepción de las piezas ya tenía bastante. Eso me dije.




Pero el 11 por la mañana una conversación con Gornon me hizo cambiar de idea e insistir. (Quizás por eso acabé retomando la idea de hablar de la persistencia, pese al rechazo o la incomprensión del entorno social). No hay nada como un par de charlas con mis hipogrifos favoritos. Tenía que hacerlo, así que revisé un par de relatos antiguos para calentar, me senté delante de la página en blanco y del cursor parpadeante y a teclear. Las palabras se sucedieron veloces. Hacía tiempo que no ocurría. Apenas lo revisé. No era mi mejor relato ni de lejos, pero era algo presentable. Lo imprimí y probé a leerlo un par de veces en casa. Era breve y funcionaba. Listo.

Ya quedaba muy poco. Muy poco. Pronto llegaría el momento de enfrentarme al público.





Mañana colgaré la crónica de la inauguración en sí misma y el relato.

Gracias por el apoyo.

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