21 de mayo de 2011

...INAUGURADORA (once again)


Llegué más tarde de lo que esperaba al local porque la calle del Hada Verde estaba cerrada por obras, pero aún así fui la primera.

Con ayuda de mi hermana acabé los últimos detalles (las fichas de ajedrez en la pared y las de cristal en las mesas. Sí, compré un ajedrez en exclusiva para mejorar la ambientación de esa noche.)

Luego ya me puse el corsé. La partida estaba en marcha.



Llegaba la gente y empezó la locura de saludar a unos y otros.


La gran sorpresa de este año fue la presencia de ocho miembros de mi familia canaria. ¿Por qué sorpresa? Porque no hay forma de sacarlos de su casa, menos aún de noche y entre semana. El año pasado no vino ninguno. Este año fue algo excepcional que les agradezco mucho.


Me hizo muchísima ilusión. No saben cuánta.

Estuvieron también algunos de mis amigos más apreciados, entre ellos, uno al que hacía años que no veía, la secretaria y mi profesor de la autoescuela y también alguno que pasaba allí de casualidad pero que le gustó mucho la exposición.




Durante la noche me fueron contando qué les parecían las obras y las respuestas eran muy positivas. (Yo siempre presiono para que me digan cuales les gustan menos y los motivos. Esa retroalimentación es básica para mejorar.) Algunos me propusieron encargos que tengo que hablar en detalle a partir de ahora.

Me tomé dos copas de absenta con maracuyá mientras recordaba que el año pasado apenas pude tomar unos sorbos del té.




Finalmente me acerqué al escenario y nerviosa como estaba presenté la exposición a viva voz sin llevarla preparada. Sé que no demostré un gran talento para hablar en público, pero es que carezco de él, simplemente necesitaba enfrentarme a ese miedo y probar, hacerlo lo mejor posible.


Y la verdad, estoy muy orgullosa de mí. De hecho, leer el relato me costó mucho menos, hasta lo disfruté.


Y eso ya es raro de narices. Raro y la vez, esperanzador. Proyecté la voz, no corrí y vocalicé, hasta le puse emoción. En fin, todo un logro para esta tímida ardilla que prefería dar a leer sus relatos a los bardos y demás expertos mientras ella escribía sus textos en soledad tras una pantalla, bien escondida de las miradas de un público.

Fue una buena noche y lo mismo, aunque a pequeña escala, con otros días que he ido al local y he hablado de las piezas con los presentes.

No sé si el año que viene podré exponer de nuevo, pero estas dos ocasiones ya no me las quita nadie. Y ahora a perseverar y a por el siguiente escalón.






Muchísimas gracias a todos los que habéis visto la exposición o me habéis apoyado a distancia.





Mañana os pondré el relato que leí en la inauguración:)



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